martes, 17 de julio de 2012


Leer la forma en la que escribe José Luis Castillejos me inspiró para crear esta nueva entrada en donde  describo lo que es Chiapas para mí, lo que en realidad significa para Gina.

Refugiada en un andar descalza con los pies cansados pero con ganas de seguir con el recorrido y la mente en blanco, caminar sabiendo el rumbo que tengo, no me pierdo, no existe esa posibilidad, caminar sonriéndole a la gente, y después correr porque ya quiero llegar a San Francisco, y todo conozco de esas piedras y esas calles y esas voces que se escuchan, los pasos que mis pies dan, no me confundí en realidad era yo, todo pasa todo viene, todo se va. 

El cerrillo, lugar mágico de mi ciudad no es una sola son muchas a la vez unidas por el calor de los coletos. Quiero un chayote hervido, quiero un elote calientito, quiero un atole de piña, esa es mi costumbre en las tardecitas con mi mamita, abrazarla y sentarme en la orilla de la puerta para ver quien pasa y como diría mi mamá Mechita (mi abuelita) “hijita veamos quien sube y quien baja por nuestros rumbos” y platicar placenteramente con ella a su lado es como sentir el amor de todos mis seres queridos a la vez, es como sentir a mi abuelito a mi lado dándole ese atolito de cerezas que tanto le gustaba y luego quitárselo porque se me antojaba.

San Cristóbal es ese lugar mágico que a mi me regala momentos de felicidad con las personas que amo, recuerdos y anécdotas que nunca olvidaré. Sentir el frío de mi pueblo mágico tan amado es tan rico como un helado que se derrite y no quieres que se derrame ni tantito. Te amo porque le das resguardo a mi gente, te amo porque me regalas paisajes bellos y agua cristalina y pura, te amo porque me viste crecer. Ya me has quitado lágrimas porque estoy lejos de ti, pero probablemente regresaré a disfrutar de tus calles empedradas, de tu frío, de tu ambiente tan cálido, disfrutar de esa seguridad que siento al caminarte, de tu tranquilidad, del sonido del viento que claramente puedo escuchar, del eco, del cobijo.

Cuida bien a mi querida familia, a la viejita que veía todas las tardes pasar por  la dulcería, al dueño de la pastelería el ranchito, a Víctor que en realidad era Panchito un niño alegre, a la señora de los tamales, pero sobre todo permítenos siempre ver a tus montañas verdosas y tus ríos de agua cristalina reflejando el cielo azul!

1 comentario:

  1. me gusto mucho pero no te vuelvas tan repetitiva en tus oraciones, trata de darle un giro al texto en cada párrafo, todo fue casi del mismo estilo.

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